Es increíble como las personas nos apegamos al lugar donde vivimos. Desarrollamos una simbiosis con respecto a nuestra vivienda. La llenamos no sólo de muebles, sino de triques, utensilios, y un montón de objetos pequeños, aparentemente insignificantes, pero al momento en que nos cambiamos de casa, nos damos cuenta que los tenemos. Y nos damos cuenta porque tenemos que empacarlos, y vemos que las cajas no son suficientes, e incluso nos preguntamos si es necesario llevárnoslos o regalarlos, venderlos o tirarlos a la basura.
Cuadros, lámparas, platos, vasos, cucharas, juguetes, etc. Cada objeto refleja parte de nuestra historia y la de nuestra familia. Por un lado se antoja viajar ligero, pero por el otro nos duele despegarnos de las cosas. En especial de la casa. Queda impregnada de nuestros ruidos, nuestras manos, nuestro recuerdos.
Al ver la casa vacía, se siente un hueco en nuestro interior. Se ve más grande de lo que la veíamos, incluso resuena el eco. Resulta difícil marcharse, y decirle adiós.
Sin embargo, al llegar al nuevo hogar, todo resulta emocionante. Como empezar una página en blanco, en donde escribiremos una nueva historia.
2 comentarios:
jajaja... tu comentario me llego como anillo al dedo... tu tambien andas de mudanza???
en los ultimos años de mi vida me he mudado muchas veces... siempre me detengo a ver ese lugar vacio.. donde vivi cosas.. donde entré alguna vez y estaba igualmente vacio pero con la promesa de nuevas experiencias... lo miro un momento.. doy un suspiro y cierro la puerta por ultima vez... y tal como dices llego a una nueva pagina en blanco...
No, yo no me estoy mudando, sino una prima, pero mientras la ayudábamos me puse a pensar en lo que implica una mudanza.
Yo llevo muchísimos años viviendo en la misma casa, imagínate la cantidad de recuerdos que tengo aquí... =D
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