Llevo dos fines de semana yendo a unas meditaciones budistas. Te sientas en unos cojines, alguien hace golpear una vasija metálica, y todos guardan silencio, mientras te concentras únicamente en la respiración. El objetivo es mantener la mente callada, y si algún pensamiento, recuerdo o ansiedad te asaltan, borrarlo suavemente.
Suena fácil, pero en realidad no lo es. Al cabo de un minuto o dos, la mente empieza a parlotear mucho. Demasiado. Desde cosas tan insignificantes hasta rencores y miedos. Es curioso. El cuerpo está quieto, sin moverse, pero la mente está como caballo desbocado. Pero el objetivo es domar ese caballo. A fuerza de concentrarse en el proceso de inhalar y exhalar, disminuyen los pensamientos.
La meditación dura media hora y hacen un receso. Después, la reanudan, pero esta vez hacen una meditación en voz alta, hablando temas como la compasión, el perdón, el amor. Reflexionan sobre que los apegos no son buenos, sino que hay que aprender a vivir el presente, y aceptarlo sin resistencia. Ver que nuestras palabras de ayer definieron nuestro presente, y lo que digamos hoy definira nuestro futuro. Comprender que todos los seres humanos buscamos la felicidad, y que en esa búsqueda a veces dañan sin querer a otros, por lo que hay que perdonarlos, pues nosotros también hemos hecho daño a veces. Que debemos ser como esferas de luz que extienden sus rayos de amor a los que nos rodean...
En fin, me gustan porque salgo muy relajada. Yo creo que con un poco de práctica, aprenderé a pensar más positivamente y a mantenerme bajo control. Algo que cada vez resulta muy difícil en esta época en donde todos andamos de prisa y no nos concentramos en nada, pues tenemos nuestra mente dividida en el trabajo, el tráfico, la familia, el facebook, el twiter, el whatsapp, la televisión, etc.
Quedarse quieta y callar la mente por unos minutos... sí requiere mucho esfuerzo pero vale la pena.
Suena fácil, pero en realidad no lo es. Al cabo de un minuto o dos, la mente empieza a parlotear mucho. Demasiado. Desde cosas tan insignificantes hasta rencores y miedos. Es curioso. El cuerpo está quieto, sin moverse, pero la mente está como caballo desbocado. Pero el objetivo es domar ese caballo. A fuerza de concentrarse en el proceso de inhalar y exhalar, disminuyen los pensamientos.
La meditación dura media hora y hacen un receso. Después, la reanudan, pero esta vez hacen una meditación en voz alta, hablando temas como la compasión, el perdón, el amor. Reflexionan sobre que los apegos no son buenos, sino que hay que aprender a vivir el presente, y aceptarlo sin resistencia. Ver que nuestras palabras de ayer definieron nuestro presente, y lo que digamos hoy definira nuestro futuro. Comprender que todos los seres humanos buscamos la felicidad, y que en esa búsqueda a veces dañan sin querer a otros, por lo que hay que perdonarlos, pues nosotros también hemos hecho daño a veces. Que debemos ser como esferas de luz que extienden sus rayos de amor a los que nos rodean...
En fin, me gustan porque salgo muy relajada. Yo creo que con un poco de práctica, aprenderé a pensar más positivamente y a mantenerme bajo control. Algo que cada vez resulta muy difícil en esta época en donde todos andamos de prisa y no nos concentramos en nada, pues tenemos nuestra mente dividida en el trabajo, el tráfico, la familia, el facebook, el twiter, el whatsapp, la televisión, etc.
Quedarse quieta y callar la mente por unos minutos... sí requiere mucho esfuerzo pero vale la pena.
1 comentario:
yo fui a la meditacion pero a una escuela de reiki.. q manejan un concepto parecido.. y es verdad.. mi mente.. hay como habla!!! se la pasa bla bla bla... y ha sido muy poco el tiempo en que la he podido callar y cuando lo hago por lo regular me quedo dormida jaja pero espero algun dia poder lograr meditar...
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