martes, 28 de mayo de 2013

Las niñas queremos diamantes

A veces cuando ando paseando por las joyerías, me le quedo viendo a los aretes y gargantillas de diamantes, y me lamento no ser lo suficientemente rica no solo para poder comprármelos, sino para traerlos puestos todo el día. Bueno, ya no digo diamantes, al menos cristal swarosky o ya de perdis, bisutería de brillantes, pero el caso es que a mí me fascinaría traer puestos todos los días algún par de aretes brillantes o una gargantilla.






Y es que por ser clasemediera proletariada y para colmo, vivo en la ciudad donde no te pueden ver ni una joya fina porque te la arrancan, me tengo que conformar con ponerme aretes de plástico todos los días, o cuando mucho un par de arracadas de oro de 14k tan simples y tan sencillas que ni se ven, nomás porque no se vea la oreja pelona. Solo en muy esporádicas ocasiones, cuando se casa alguien, saco de mi cajón un par de aretes de fantasía de brillantes, y me doy el gusto de que la luz de refracte como arcoiris.

A veces me dan ganas de ponérmelos de diario, pero también las reglas del buen vestir dicen que los brillantes no se usan para el diario (a menos que seas princesa o reina). Pero no, yo quiero brillantes, en la cara, en el cuello, en los brazos... Los diamantes fueron hechos para la mujer, para que se luzca, para que brille. Porque yo nunca he visto a un hombre con una tiara de diamantes jeje.

Así que como decía Marilyn Monroe, los diamantes son los mejores amigos de las chicas. Si me los quieren regalar, por mí encantada.

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