Desde hace casi un año he "perdido" varias amistades. Y lo pongo entre comillas porque no es algo que lamente, porque desde que esas personas salieron de mi vida, me he sentido más ligera, no solo emocional sino también físicamente.
Durante el tiempo que duraron esas amistades, era escuchar una retahíla de quejas y lamentaciones y/o tristezas. Aunque esas amistades eran de diferentes partes y no se conocían entre sí, el común denominador en esas personas era que se quejaban de los hombres, ya sea porque no encontraban pareja o si la tenían porque no tenían un buen noviazgo.
Escucharlas casi a diario me hacían sentirme también mal. Me llenaba de prejuicios, de miedos y ansiedades por todas sus quejas. Y sin saberlo, yo también me hice así, una persona quejumbrosa y pesimista.
Pero luego, por un detalle insignificante, esas amistades salieron de mi vida. Por decisión propia de ellas. Al principio no lo entendí. Pero ahora en perspectiva me siento aliviada porque yo misma no habría tenido la fuerza para darles el cortón.
Desde que esas amistades se alejaron de mi camino, empezaron a llegar otras nuevas. Unas amistades diferentes, frescas, que tienen como común denominador el deseo de emprender negocios y proyectos y que además les encanta leer y todo lo relacionado con la cultura. No son personas que se quejen de la vida, mucho menos de la pareja. La mayoría de estas nuevas amigas es que tienen vidas estables, que son optimistas y que buscan ayudar a la comunidad ya sea a través de su trabajo o a través de obras sociales y voluntariados.
En lo personal, me he sentido tan tranquila y tan optimista que ahora yo también veo la vida de diferente manera. Ya no tengo que aguantar horas y horas de lágrimas y desengaños amorosos, ya no tengo que hacerla de psicóloga. Ahora simplemente me dedico a disfrutar los pequeños placeres de la vida.
Cierto es que aunque a mis nuevas amistades no las veo tan seguido mas que una sola vez al mes, de todas maneras eso no está mal, porque los otros fines de semana aunque los pase sola, los disfruto a mi manera. Me voy con mi laptop a una cafetería a escribir, o convivo con mi familia.
Así que esas personas que salieron de mi vida hace un año, lo único que espero es que ya por fin resuelvan sus problemas. Yo ya no espero nada más que continuar con mi propio destino.
Durante el tiempo que duraron esas amistades, era escuchar una retahíla de quejas y lamentaciones y/o tristezas. Aunque esas amistades eran de diferentes partes y no se conocían entre sí, el común denominador en esas personas era que se quejaban de los hombres, ya sea porque no encontraban pareja o si la tenían porque no tenían un buen noviazgo.
Escucharlas casi a diario me hacían sentirme también mal. Me llenaba de prejuicios, de miedos y ansiedades por todas sus quejas. Y sin saberlo, yo también me hice así, una persona quejumbrosa y pesimista.
Pero luego, por un detalle insignificante, esas amistades salieron de mi vida. Por decisión propia de ellas. Al principio no lo entendí. Pero ahora en perspectiva me siento aliviada porque yo misma no habría tenido la fuerza para darles el cortón.
Desde que esas amistades se alejaron de mi camino, empezaron a llegar otras nuevas. Unas amistades diferentes, frescas, que tienen como común denominador el deseo de emprender negocios y proyectos y que además les encanta leer y todo lo relacionado con la cultura. No son personas que se quejen de la vida, mucho menos de la pareja. La mayoría de estas nuevas amigas es que tienen vidas estables, que son optimistas y que buscan ayudar a la comunidad ya sea a través de su trabajo o a través de obras sociales y voluntariados.
En lo personal, me he sentido tan tranquila y tan optimista que ahora yo también veo la vida de diferente manera. Ya no tengo que aguantar horas y horas de lágrimas y desengaños amorosos, ya no tengo que hacerla de psicóloga. Ahora simplemente me dedico a disfrutar los pequeños placeres de la vida.
Cierto es que aunque a mis nuevas amistades no las veo tan seguido mas que una sola vez al mes, de todas maneras eso no está mal, porque los otros fines de semana aunque los pase sola, los disfruto a mi manera. Me voy con mi laptop a una cafetería a escribir, o convivo con mi familia.
Así que esas personas que salieron de mi vida hace un año, lo único que espero es que ya por fin resuelvan sus problemas. Yo ya no espero nada más que continuar con mi propio destino.
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