Hace unos días se murió en Monterrey una señora de 24 años que tomó unas pastillas para adelgazar llamadas "Avitia Cobrax". Le dio muerte cerebral y falleció.
Las redes sociales empezaron a burlarse de la tragedia, diciendo que eso le pasaba por vanidosa. Otras en cambio daban consejos no pedidos como "solo se adelgaza con dieta y ejercicio".
Pero bueno, estoy de acuerdo que la mujer cometió un error al tomar esas pastillas sin consultarlo antes con un médico, y que además viendo las fotos no estaba tan gorda que digamos.
Sin embargo, la misma sociedad nos educa desde niñas a no estar satisfechas con nuestro cuerpo. Recuerdo por ejemplo, que yo tenía como 13 años, aún jugaba con muñecas y al basketball, y no faltaba la niña que me dijera que me tenía que empezar a depilar las piernas porque ya me veía peluda.
Luego recuerdo que en la prepa y buena parte de la facultad yo iba sin maquillaje a clases, y no faltaba la amiga que me dijera que me debería maquillar. (Yo la verdad no le veía el caso a maquillarse si mi cara era perfecta, ni siquiera tenía espinillas, pero bueno, así son las mujeres...).
Después en la vida adulta, no faltan las personas que te dicen que algo anda mal con tu cuerpo.
"Deberías plancharte el pelo"
"Deberías usar lentes de contacto"
"Deberías pintarte el pelo de rubio"
"Deberías usar pestañas postizas".
Y obviamente, el tema del peso también se toca. Pero no te lo dicen así tal cual como "deberías adelgazar" (entre mujeres es un crimen de lesa humanidad decirse "gorda"). Pero te lo dan a entender diciéndote un millón de consejos no pedidos. "Yo conozco a una nutriologa buenisima", "¿Ya probaste la dieta de la zona?", "Dicen que estas pastillas te adelgazan de volada", "Yo estoy tomando esta fibra y te baja el abdomen", y así una y otra vez.
Por otra parte, las tiendas se encargan de recordarnos que nuestro cuerpo no es bonito, vendiéndote maquillaje o poniendo ropa super pequeña que no te entra ni por un brazo, y al final terminas sintiéndote gorda, fea y miserable.
Y bueno, yo también caí en la farsa de las pastillas pero no esas que tomó esa mujer, sino otras, de las que nunca supe el nombre pero creo que son las llamadas Redotex.
La razón por la que las empecé a tomar, no fue por vanidad. De veras yo tenía sobrepeso y fui con un "nutriólogo" (lo pongo entre comillas porque en realidad no lo era). Me dio una dieta que básicamente consistía en eliminar todos los carbohidratos y solo permitía carnes y verduras. Además, dentro del kit venía unas pastillas blancas y unas cápsulas. Las vendía sueltas, en bolsitas de plástico, y con la dosis justa para la semana. Decía que él no cobraba la consulta, que lo único que cobraba era las pastillas. (Treta que últimamente usan los nutriólogos y seudonutriólogos para encasquetarte un montón de suplementos y pastillas).
Total, que las empecé a tomar y noté el cambio de inmediato. Bajé esos fastidiosos kilos que no había podido conseguir rebajar ni con dietas ni ejercicio. Me llamó la atención que en la semana siguiente, me hiciera una serie de preguntas raras: "¿No sentiste mareos, escalofríos, naúseas, dolor de estómago, malestar?"
Yo respondí que no, que realmente me sentía bien. Pero como me hacía la misma pregunta cada semana, entonces ya me dio mala espina. Empecé a investigar en Internet sobre esas pastillas, que no tenían ni siquiera marca ni empaque porque me las vendía sueltas, como dealer. Por fin di con la marca. Eran Redotex. Y al leer los efectos secundarios, decía todos esos síntomas que él me preguntaba.
Entonces las dejé de tomar. No quería enfermarme del hígado o de otra cosa por andar tomando eso.
Pero oh sorpresa, apenas las dejé y vino el efecto rebote. Así que todo lo que gasté en ese tiempo fue dinero tirado a la basura.
Pero al menos tuve suerte y no me pasó lo mismo que a la chica que les comentaba al inicio de este post.
Sin embargo, a todos los que la critican, creo que antes que nada hay que tomar que a veces la dieta y el ejercicio no son suficientes, porque nos toca malos nutriólogos que en su afán de vender productos se olvidan que lo más importante es la alimentación en si, y confunden al paciente satanizando ciertos alimentos y vendiéndole pastillas o suplementos que cuestan carísimos.
Las redes sociales empezaron a burlarse de la tragedia, diciendo que eso le pasaba por vanidosa. Otras en cambio daban consejos no pedidos como "solo se adelgaza con dieta y ejercicio".
Pero bueno, estoy de acuerdo que la mujer cometió un error al tomar esas pastillas sin consultarlo antes con un médico, y que además viendo las fotos no estaba tan gorda que digamos.
Sin embargo, la misma sociedad nos educa desde niñas a no estar satisfechas con nuestro cuerpo. Recuerdo por ejemplo, que yo tenía como 13 años, aún jugaba con muñecas y al basketball, y no faltaba la niña que me dijera que me tenía que empezar a depilar las piernas porque ya me veía peluda.
Luego recuerdo que en la prepa y buena parte de la facultad yo iba sin maquillaje a clases, y no faltaba la amiga que me dijera que me debería maquillar. (Yo la verdad no le veía el caso a maquillarse si mi cara era perfecta, ni siquiera tenía espinillas, pero bueno, así son las mujeres...).
Después en la vida adulta, no faltan las personas que te dicen que algo anda mal con tu cuerpo.
"Deberías plancharte el pelo"
"Deberías usar lentes de contacto"
"Deberías pintarte el pelo de rubio"
"Deberías usar pestañas postizas".
Y obviamente, el tema del peso también se toca. Pero no te lo dicen así tal cual como "deberías adelgazar" (entre mujeres es un crimen de lesa humanidad decirse "gorda"). Pero te lo dan a entender diciéndote un millón de consejos no pedidos. "Yo conozco a una nutriologa buenisima", "¿Ya probaste la dieta de la zona?", "Dicen que estas pastillas te adelgazan de volada", "Yo estoy tomando esta fibra y te baja el abdomen", y así una y otra vez.
Por otra parte, las tiendas se encargan de recordarnos que nuestro cuerpo no es bonito, vendiéndote maquillaje o poniendo ropa super pequeña que no te entra ni por un brazo, y al final terminas sintiéndote gorda, fea y miserable.
Y bueno, yo también caí en la farsa de las pastillas pero no esas que tomó esa mujer, sino otras, de las que nunca supe el nombre pero creo que son las llamadas Redotex.
La razón por la que las empecé a tomar, no fue por vanidad. De veras yo tenía sobrepeso y fui con un "nutriólogo" (lo pongo entre comillas porque en realidad no lo era). Me dio una dieta que básicamente consistía en eliminar todos los carbohidratos y solo permitía carnes y verduras. Además, dentro del kit venía unas pastillas blancas y unas cápsulas. Las vendía sueltas, en bolsitas de plástico, y con la dosis justa para la semana. Decía que él no cobraba la consulta, que lo único que cobraba era las pastillas. (Treta que últimamente usan los nutriólogos y seudonutriólogos para encasquetarte un montón de suplementos y pastillas).
Total, que las empecé a tomar y noté el cambio de inmediato. Bajé esos fastidiosos kilos que no había podido conseguir rebajar ni con dietas ni ejercicio. Me llamó la atención que en la semana siguiente, me hiciera una serie de preguntas raras: "¿No sentiste mareos, escalofríos, naúseas, dolor de estómago, malestar?"
Yo respondí que no, que realmente me sentía bien. Pero como me hacía la misma pregunta cada semana, entonces ya me dio mala espina. Empecé a investigar en Internet sobre esas pastillas, que no tenían ni siquiera marca ni empaque porque me las vendía sueltas, como dealer. Por fin di con la marca. Eran Redotex. Y al leer los efectos secundarios, decía todos esos síntomas que él me preguntaba.
Entonces las dejé de tomar. No quería enfermarme del hígado o de otra cosa por andar tomando eso.
Pero oh sorpresa, apenas las dejé y vino el efecto rebote. Así que todo lo que gasté en ese tiempo fue dinero tirado a la basura.
Pero al menos tuve suerte y no me pasó lo mismo que a la chica que les comentaba al inicio de este post.
Sin embargo, a todos los que la critican, creo que antes que nada hay que tomar que a veces la dieta y el ejercicio no son suficientes, porque nos toca malos nutriólogos que en su afán de vender productos se olvidan que lo más importante es la alimentación en si, y confunden al paciente satanizando ciertos alimentos y vendiéndole pastillas o suplementos que cuestan carísimos.
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