sábado, 8 de junio de 2019

Libros de bolsillo

Me encantan los libros de bolsillo, porque los puedo llevar a cualquier lugar, echarlos en mi bolsa, leerlos en cafeterías o en el camión. Además, como usualmente no tienen demasiadas páginas, los termino de leer pronto y siento mucha satisfacción.

Sin embargo, aquí en México últimamente me cuesta mucho trabajo encontrar libros en ese formato. De un tiempo para acá, los libros que se editan son unos mamotretos tamaño 9 X6 pulgadas, con más de ochocientas páginas. Se asemejan más a biblias que a libros.

Eso me pasó con los libros de Crepúsculo, que en su momento leí con avidez y que ahora parecen cuatro ladrillos apilados en mi diminuto librero. No he decidido si conservalos o donarlos.

Los libros gruesos me provocan mucha pereza leerlos. Se me hacen demasiado grandes, difíciles de manejar en mis manos, también difíciles de cargar. Me recuerdan más al estudio, cuando leía por obligación que por placer.

En cambio los libros de bolsillo los disfruto mucho. Me encanta su papel, su sencillez, su tamaño pequeño, el poder comprarlos y colocarlos en mi librero sin que ocupen mucho espacio.

He notado que en Estados Unidos ese tipo de formato es muy popular. Ojalá un día en México lo retomen. 

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