miércoles, 9 de octubre de 2019

¿Abandonar el arte para ser lo que la sociedad espera de ti?

El otro día vi en el cine una película protagonizada por Cate Blanchet, llamada "¿Dónde estás Bernadette?"

La historia trata de una mujer en el umbral de sus 50's, casada con un exitoso ingeniero en informática de Microsoft, y con una hija de 15 años.

Aparentemente lo tiene todo en la vida, sin embargo, se siente amargada, infeliz y su comportamiento es errático, estrambótico y vive despistada. No soporta a sus vecinos, ni tampoco le gustan las reuniones sociales.

La cosa es que Bernadette no está loca (aunque lo parezca). Lo que pasa es que ella en su juventud fue una brillante arquitecta, diseñó edificios muy importantes, pero abandonó todo eso nomás al casarse.

Y de ahí va la película. Yo creo que muchísimas mujeres se sentirán identificadas con el personaje, ya que muchas profesionistas brillantes y muy capaces, al casarse se ven sobrepasadas por las responsabilidades de ser esposa y madre, y tienen que renunciar a sus trabajos o a lo que les apasiona para ser lo que la sociedad exige de ellas, atender al marido y a los hijos.

Bernadette se siente incompleta, desorientada, sin propósito en la vida. El marido no la necesita. La hija ya está a punto de irse a la universidad. ¿Y ella qué?

Por otra parte, la crisis de Bernadette no sólo aplica a las madres, sino a toda persona en general que se ve obligada a vivir una vida convencional y renunciar a sus sueños. Por ejemplo, hay quienes desearían ser músicos, escritores, pintores, escultores, pero la sociedad actual no valora mucho el arte así que terminan trabajando en trabajos "Godínez", de oficinistas, haciendo algo que no les satisface pero que por lo menos les da para comer.

Hay artistas (por artistas me refiero no a los del cine o la televisión, sino a los que se dedican a las bellas artes), que combinan ambas facetas, ser Godínez y ser artista en sus ratos libres (cof, cof... como yo).

Pero a veces resulta difícil, ya que no le dedicas el tiempo necesario para crear. La vida diaria te absorbe de responsabilidades. Tienes que cumplir horarios, citas, itinerarios. A veces te puede llegar una idea creativa en plenas horas de trabajo y no la puedes desarrollar porque obvio, tienes que trabajar.

Por otro lado, la vida del artista es una vida austera, porque la gente no compra arte, (o muy poco). Los libros no se venden, las pinturas se quedan colgadas llenándose de polvo...

Y uno termina sucumbiendo, como Bernadette, ante la cotidianidad de la vida, hasta que suceda algo que haga despertar el alma creativa.

¿Qué opinan ustedes? ¿Ser o no ser? ¿O ser a medias?


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