miércoles, 19 de diciembre de 2012

Perderse

Todos alguna vez en la vida nos hemos perdido. Vamos por un lugar, y de repente, nos damos cuenta que no sabemos en dónde estamos, ni cómo salir de ahí. Experimentamos desorientación, confusión, y por qué no, hasta miedo.

Pero también depende por dónde nos perdemos.

Yo recuerdo dos más recientes. Una fue cuando me perdí en Verona, Italia. Me separé del grupo, y me fui caminando entre callejones, hasta que de pronto, llegué a un río solitario. Y aunque sí me preocupé un poco, de todas maneras, el río era tan bonito, que me quedé ahí un rato sobre el puente, viendo el atardecer, y me regresé por los mismos callejones, con la certeza de que encontraría el camino de regreso, y lo conseguí. Así que aunque me perdí, la experiencia no fue tan mala después de todo.

La otra vez que me perdí, fue en San Nicolás de los Garza, Nuevo León. Salí de una fiesta, ya de noche, iba manejando por calles que no tienen nombre (porque aquí en Monterrey la nomenclatura es bastante pésima) y de repente, no sé cómo, me di cuenta que me había perdido, porque terminé en una colonia rara, de clase baja, con poca iluminación, en mitad de la noche, y sin saber cómo regresarme. Ahí sí me preocupé más. Será por toda la nota roja que sacan en las noticias, qué se yo. Así que lo único que se me ocurrió hacer fue regresarme por donde vine, a ver hasta cuando encontraba algo conocido. Estuve dando vueltas a lo sonso, hasta que ya di por una callecilla rara que salió a la avenida, y respiré aliviada. Es chistoso que sienta más miedo perderme en mi propia ciudad que en el extranjero, jaja.



No hay comentarios:

Publicar un comentario

El blog se alimenta de los comentarios de los lectores. Dale de comer.