El viernes fue mi graduación de mi segunda carrera. Era algo que había pospuesto, ya que aunque la terminé en el 2011 no había tramitado el título.
Fue una ceremonia sencilla, donde estuvimos alrededor de 100 graduandos. Tomamos protesta y nos entregaron las actas de titulación. Nuestros familiares estuvieron presentes.
Pensé en mi primera graduación y cómo era yo en aquel entonces. No sabía nada del mundo. Mis compañeros tampoco. No sabía qué me esperaba, solo iba con mis ideales y mis planes. Con el tiempo todo eso cambió. Tanto que me hallaba en una segunda carrera, con otros compañeros, y con otra visión del mundo.
Recordé, eso sí, a esos compañeros contadores que se cruzaron en mi camino, y que me hicieron vivir una segunda juventud. Dicen que no aparento la edad que tengo, probablemente por eso me vieron como uno de los suyos, en parte. Me tocó vivir la generación del facebook y el iphone. Me tocó escuchar a Foster The People como grupo de moda. Me tocó presenciar cómo lidiaban a tan temprana edad con el estrés laboral. Me tocó ver cómo ellos eran más deshinibidos en cuanto a pláticas de doble sentido (algo impensable con mi primera generación). Me tocó verlos bailar reguetón en los bailes que se organizaban en la explanada de la facultad.
Podrían pensar que después de haber estudiado tanto estaría cansada de la universidad. La verdad, la universidad es algo que me gustó, que disfruté dos veces, (lo que no disfruté tanto eran los exámenes y las tareas, eso sí), pero en general, las graduaciones me provocan cierta añoranza. Como que se acaba una etapa de la vida.
Obviamente no me puedo estancar ahí, y me tocan otros retos. Retos más difíciles, pienso yo. Sobre todo a esta edad y a esta época. Me gustaría a veces que los problemas fueran igual que los exámenes, donde solamente tenía que estudiar para pasar. Los retos que me toca resolver son encontrar trabajo, mejorar mis ingresos, encontrar pareja, formar una familia...
A ver que pasa. Por lo pronto, mi segunda graduación es algo por lo que debo sentirme orgullosa.
Fue una ceremonia sencilla, donde estuvimos alrededor de 100 graduandos. Tomamos protesta y nos entregaron las actas de titulación. Nuestros familiares estuvieron presentes.
Pensé en mi primera graduación y cómo era yo en aquel entonces. No sabía nada del mundo. Mis compañeros tampoco. No sabía qué me esperaba, solo iba con mis ideales y mis planes. Con el tiempo todo eso cambió. Tanto que me hallaba en una segunda carrera, con otros compañeros, y con otra visión del mundo.
Recordé, eso sí, a esos compañeros contadores que se cruzaron en mi camino, y que me hicieron vivir una segunda juventud. Dicen que no aparento la edad que tengo, probablemente por eso me vieron como uno de los suyos, en parte. Me tocó vivir la generación del facebook y el iphone. Me tocó escuchar a Foster The People como grupo de moda. Me tocó presenciar cómo lidiaban a tan temprana edad con el estrés laboral. Me tocó ver cómo ellos eran más deshinibidos en cuanto a pláticas de doble sentido (algo impensable con mi primera generación). Me tocó verlos bailar reguetón en los bailes que se organizaban en la explanada de la facultad.
Podrían pensar que después de haber estudiado tanto estaría cansada de la universidad. La verdad, la universidad es algo que me gustó, que disfruté dos veces, (lo que no disfruté tanto eran los exámenes y las tareas, eso sí), pero en general, las graduaciones me provocan cierta añoranza. Como que se acaba una etapa de la vida.
Obviamente no me puedo estancar ahí, y me tocan otros retos. Retos más difíciles, pienso yo. Sobre todo a esta edad y a esta época. Me gustaría a veces que los problemas fueran igual que los exámenes, donde solamente tenía que estudiar para pasar. Los retos que me toca resolver son encontrar trabajo, mejorar mis ingresos, encontrar pareja, formar una familia...
A ver que pasa. Por lo pronto, mi segunda graduación es algo por lo que debo sentirme orgullosa.
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