A principios de la década del 2000 una telenovela colombiana rompió todos los esquemas y se convirtió en un éxito mundial. Se trata de la telenovela "Yo soy Betty la Fea".
Yo la empecé a ver por casualidad, en una de esas veces que estaba cambiando de canal y la sintonicé en Galavisión, con una pobre señal de recepción. Me llamó la atención la trama chusca y la manera de hablar de los personajes, así que empecé a verla más seguido, hasta que un día, toda mi familia incluyendo a mi papá, hermanos, primos y tíos no nos perdíamos ni un solo capítulo. Era una novela de comedia, como pocas, y eso sí, con sus dosis de drama.
Pero ¿cuál fue la fórmula de éxito de esta historia? Es fácil: tener una protagonista fea. Sí, aunque suene ilógico, pero el hecho de que la heroína fuera una mujer poco agraciada hizo que todas las mujeres del mundo se sintieran identificadas. Porque seamos sinceras, creo que la mayoría de las mujeres no nos identificamos con las modelos de revistas, esas mujeres desmpampanantes, bellas y delgadas como las angelitas de Victoria's Secrets. No. La mayoría somos mujeres de pueblo, que no tenemos cuerpos perfectos, que no tenemos ropa ni zapatos de lujo ni usamos maquillaje profesional. La mayoría somos mujeres que trabajamos, que pasamos horas encerradas en oficinas, entre papeles, computadoras, llamadas telefónicas, jefes demandantes y chismes de compañeros. En las oficinas no existe el glamour, existe la presión por sacar adelante el trabajo y cumplir las metas que imponen los directivos, los largos horarios que nos impiden socializar, el cansancio de regresar a casa día a día, entre responsabilidades y cuentas por pagar. A veces, eso sí, tenemos una fiesta, de esas que organizan los mismos compañeros de trabajo los cuales se convierten en una segunda familia, pero no pasa de ahí. No vivimos en ese mundo de glamour ni cocteles ni somos socialités.
Entonces llega de repente una novela donde la protagonista puede ser cualquiera de nosotras pues todas nos sentimos como Betty, podemos meternos en sus zapatos y vivir lo que vive ella. Y si a eso añadimos que predomina la fantasía de enamorarnos del guapo jefe que cree en nuestras capacidades con una fe ciega, entonces tienes la receta perfecta para un éxito telenovelero.
No se trata de la gastada fórmula de la sirvienta pobre e ignorante que se enamora del rico, porque Betty no es ninguna sirvienta, es una profesionista con licenciatura y doctorado que sabe varios idiomas. Tampoco estamos en presencia de una mujer dejada que permite que la minimicen, porque a pesar de sus inseguridades, Betty siempre devuelve los insultos con respuestas inteligentes y sagaces, con un sarcasmo fino que deja a sus contrincantes y enemigos sin palabras, demostrando que no se necesita poner al tú por tú usando lenguaje vulgar y gritando como verdulera, sino más bien usando la inteligencia y firmeza en sus palabras.
Y el último secreto para el éxito de esta historia, fue el hecho de que el galán se enamorara de ella así como era de fea, la aceptó con todos sus defectos y sus virtudes y a los ojos de él, la veía hermosa. Si bien es cierto que casi al final de la trama Betty mejora su apariencia y saca la belleza que tenía escondida, no lo hizo para complacer a un hombre, lo hizo para demostrarse a sí misma que puede ser algo mejor. Y para cuando lo hizo ya no era necesario, puesto que Armando ya la amaba desde antes, cosa que también todas las mujeres soñamos, un hombre que nos ame a pesar de nuestros kilos de más, o de la celulitis, o de tener los dientes chuecos, o usar lentes, o lo que sea.
Por eso esta novela cautivó los corazones de todos, incluyendo de los hombres, pues no conozco hasta la fecha hombre alguno que después de ver esta telenovela, no se haya convertido en un fan incondicional de Betty.
Yo la empecé a ver por casualidad, en una de esas veces que estaba cambiando de canal y la sintonicé en Galavisión, con una pobre señal de recepción. Me llamó la atención la trama chusca y la manera de hablar de los personajes, así que empecé a verla más seguido, hasta que un día, toda mi familia incluyendo a mi papá, hermanos, primos y tíos no nos perdíamos ni un solo capítulo. Era una novela de comedia, como pocas, y eso sí, con sus dosis de drama.
Pero ¿cuál fue la fórmula de éxito de esta historia? Es fácil: tener una protagonista fea. Sí, aunque suene ilógico, pero el hecho de que la heroína fuera una mujer poco agraciada hizo que todas las mujeres del mundo se sintieran identificadas. Porque seamos sinceras, creo que la mayoría de las mujeres no nos identificamos con las modelos de revistas, esas mujeres desmpampanantes, bellas y delgadas como las angelitas de Victoria's Secrets. No. La mayoría somos mujeres de pueblo, que no tenemos cuerpos perfectos, que no tenemos ropa ni zapatos de lujo ni usamos maquillaje profesional. La mayoría somos mujeres que trabajamos, que pasamos horas encerradas en oficinas, entre papeles, computadoras, llamadas telefónicas, jefes demandantes y chismes de compañeros. En las oficinas no existe el glamour, existe la presión por sacar adelante el trabajo y cumplir las metas que imponen los directivos, los largos horarios que nos impiden socializar, el cansancio de regresar a casa día a día, entre responsabilidades y cuentas por pagar. A veces, eso sí, tenemos una fiesta, de esas que organizan los mismos compañeros de trabajo los cuales se convierten en una segunda familia, pero no pasa de ahí. No vivimos en ese mundo de glamour ni cocteles ni somos socialités.
Entonces llega de repente una novela donde la protagonista puede ser cualquiera de nosotras pues todas nos sentimos como Betty, podemos meternos en sus zapatos y vivir lo que vive ella. Y si a eso añadimos que predomina la fantasía de enamorarnos del guapo jefe que cree en nuestras capacidades con una fe ciega, entonces tienes la receta perfecta para un éxito telenovelero.
No se trata de la gastada fórmula de la sirvienta pobre e ignorante que se enamora del rico, porque Betty no es ninguna sirvienta, es una profesionista con licenciatura y doctorado que sabe varios idiomas. Tampoco estamos en presencia de una mujer dejada que permite que la minimicen, porque a pesar de sus inseguridades, Betty siempre devuelve los insultos con respuestas inteligentes y sagaces, con un sarcasmo fino que deja a sus contrincantes y enemigos sin palabras, demostrando que no se necesita poner al tú por tú usando lenguaje vulgar y gritando como verdulera, sino más bien usando la inteligencia y firmeza en sus palabras.
Y el último secreto para el éxito de esta historia, fue el hecho de que el galán se enamorara de ella así como era de fea, la aceptó con todos sus defectos y sus virtudes y a los ojos de él, la veía hermosa. Si bien es cierto que casi al final de la trama Betty mejora su apariencia y saca la belleza que tenía escondida, no lo hizo para complacer a un hombre, lo hizo para demostrarse a sí misma que puede ser algo mejor. Y para cuando lo hizo ya no era necesario, puesto que Armando ya la amaba desde antes, cosa que también todas las mujeres soñamos, un hombre que nos ame a pesar de nuestros kilos de más, o de la celulitis, o de tener los dientes chuecos, o usar lentes, o lo que sea.
Por eso esta novela cautivó los corazones de todos, incluyendo de los hombres, pues no conozco hasta la fecha hombre alguno que después de ver esta telenovela, no se haya convertido en un fan incondicional de Betty.
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