En los últimos años se ha satanizado mucho la costumbre de que las niñas jueguen con muñecas. Las feministas han dicho que jugar con muñecas genera estereotipos en las mujeres, de que su única misión en la vida debe ser casarse y ser madres. Dicen que las niñas debieran jugar los mismos juegos que los niños, como jugar con espadas, carritos, muñecos de acción o fútbol. Así que las campañas de juegos se han enfocado en volver a las niñas más competitivas y agresivas y los sentimientos de maternidad y cariño se ven ahora como algo indeseable en una mujer. Ya no se nos permite llorar ni mostrar debilidad. Tampoco se nos permite ser vulnerables ni mucho menos ser rescatadas por alguien.
Yo no sé hasta que punto es bueno volverse así, tan fría y tan dura. Yo estoy a favor del libre juego. Si la niña elige jugar con una muñeca hay que dejarla. Si la niña elige un balón de fútbol, hay que dejarla. Pero que sea elección de la niña, no de un psicólogo, una maestra o una mamá.
Las niñas chiquitas no dejan de sorprenderme. Si veo a una niña de dos años jugar con una muñeca, me sorprende cómo imita lo que hace su mamá. Desde cómo darle el biberón, hasta hacerla "eructar" o cambiarle el pañal o acostarla en una cuna. Las niñas juegan con la muñeca igual que sus mamás actúan con ellas. Así que yo no lo veo malo, simplemente las niñas están aprendiendo cómo ser mamás. Con el tiempo las niñas aprenderán otras habilidades. Hay niñas que les apasionará andar en bicicleta todo el día. Otras que disfrutarán nadando en las albercas. Algunas optarán por la pintura o la música. Otras jugarán a ser cocineras. Otras aprenderán karate. Algunas disfrutarán en clases de ballet. Pero eso se da poco a poco, mientras la niña va probando diferentes juegos y va descubriéndose a sí misma, forjando su propia identidad. Así que en vez de satanizar a las muñecas, creo que a través de ellas es como la niña va aprendiendo cómo ser de adulta. Dejemos pues de satanizar los juguetes. No es bueno ni malo jugar con muñecas. Al final de cuentas es solo eso, un juego.
Yo no sé hasta que punto es bueno volverse así, tan fría y tan dura. Yo estoy a favor del libre juego. Si la niña elige jugar con una muñeca hay que dejarla. Si la niña elige un balón de fútbol, hay que dejarla. Pero que sea elección de la niña, no de un psicólogo, una maestra o una mamá.
Las niñas chiquitas no dejan de sorprenderme. Si veo a una niña de dos años jugar con una muñeca, me sorprende cómo imita lo que hace su mamá. Desde cómo darle el biberón, hasta hacerla "eructar" o cambiarle el pañal o acostarla en una cuna. Las niñas juegan con la muñeca igual que sus mamás actúan con ellas. Así que yo no lo veo malo, simplemente las niñas están aprendiendo cómo ser mamás. Con el tiempo las niñas aprenderán otras habilidades. Hay niñas que les apasionará andar en bicicleta todo el día. Otras que disfrutarán nadando en las albercas. Algunas optarán por la pintura o la música. Otras jugarán a ser cocineras. Otras aprenderán karate. Algunas disfrutarán en clases de ballet. Pero eso se da poco a poco, mientras la niña va probando diferentes juegos y va descubriéndose a sí misma, forjando su propia identidad. Así que en vez de satanizar a las muñecas, creo que a través de ellas es como la niña va aprendiendo cómo ser de adulta. Dejemos pues de satanizar los juguetes. No es bueno ni malo jugar con muñecas. Al final de cuentas es solo eso, un juego.
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