Cuando era niña pensaba que los adultos lo podían hacer todo. Ahora que soy adulta, me doy cuenta que no puedo hacer muchas cosas.
Nunca imaginé que tendría que pasar 10 horas diarias sentada en el mismo sitio.
Tampoco imaginé que tendría que estar callada tantas horas. Que mis únicas conversaciones serían breves, con compañeros, clientes, por teléfono.
Tampoco pensé que mis comidas tendrían que ser tan restringidas. Nada de dulces, ni galletas, ni pasteles, ni grasas, ni harinas, ni azúcares.
Mucho menos pensé que tendría que vestirme con uniforme, todos los días.
Tampoco pensé que todos los días tendría que lidiar con gente enojada en la calle, que me avientan el carro porque andan neuróticos manejando.
No es esto lo que yo esperaba de ser adulto.
Nunca imaginé que tendría que pasar 10 horas diarias sentada en el mismo sitio.
Tampoco imaginé que tendría que estar callada tantas horas. Que mis únicas conversaciones serían breves, con compañeros, clientes, por teléfono.
Tampoco pensé que mis comidas tendrían que ser tan restringidas. Nada de dulces, ni galletas, ni pasteles, ni grasas, ni harinas, ni azúcares.
Mucho menos pensé que tendría que vestirme con uniforme, todos los días.
Tampoco pensé que todos los días tendría que lidiar con gente enojada en la calle, que me avientan el carro porque andan neuróticos manejando.
No es esto lo que yo esperaba de ser adulto.
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