Los inviernos en Monterrey se han vuelto muy calurosos. Las temperaturas más "frescas" rondan más o menos como entre los 17 grados en las mañanas pero luego va subiendo a 25 grados durante el día. Tengo ropa de invierno que no he usado desde hace muchos años. En especial un abrigo de lana, que compré hace años. Es muy elegante, color negro, con botones de cuero. Fue la primer cosa que compré con mi primer sueldo.
Pero tengo más de cinco años de no usarlo, porque las temperaturas en invierno son cálidas.
Y la verdad este año sí tenía muchas ganas de ponérmelo, pero el frío parece que ya nunca va a volver. Gracias al maldito calentamiento global.
Enojarme por el calentamiento global es como si me enojara con la pared. Lo que yo haga es muy mínimo y no tiene impacto en la naturaleza. A veces no uso el coche, hago mis vueltas a pie. Pero me da mucha impotencia ver el cielo sucio, contaminado.
Es increíble cómo el clima ha cambiado tanto en pocos años. Antes los inviernos eran fríos, con lloviznas que se convertían en aguanieve. Recuerdo uno, en 1997. Yo iba saliendo de la universidad y vi toda la ciudad cubierta de nieve. Fue muy divertido. Pero también recuerdo otros inviernos. Uno del 2004, donde yo ya estaba trabajando y en mi hora de comida fui a caminar por el centro. Llevaba precisamente ese abrigo que les digo y me fascinó verlo cubierto de pequeñas pelusitas de hielo.
Supongo que esos inviernos ya no van a volver. Para vivir el invierno tendría que mudarme a otro país, como Canadá.
Qué triste.
Pero tengo más de cinco años de no usarlo, porque las temperaturas en invierno son cálidas.
Y la verdad este año sí tenía muchas ganas de ponérmelo, pero el frío parece que ya nunca va a volver. Gracias al maldito calentamiento global.
Enojarme por el calentamiento global es como si me enojara con la pared. Lo que yo haga es muy mínimo y no tiene impacto en la naturaleza. A veces no uso el coche, hago mis vueltas a pie. Pero me da mucha impotencia ver el cielo sucio, contaminado.
Es increíble cómo el clima ha cambiado tanto en pocos años. Antes los inviernos eran fríos, con lloviznas que se convertían en aguanieve. Recuerdo uno, en 1997. Yo iba saliendo de la universidad y vi toda la ciudad cubierta de nieve. Fue muy divertido. Pero también recuerdo otros inviernos. Uno del 2004, donde yo ya estaba trabajando y en mi hora de comida fui a caminar por el centro. Llevaba precisamente ese abrigo que les digo y me fascinó verlo cubierto de pequeñas pelusitas de hielo.
Supongo que esos inviernos ya no van a volver. Para vivir el invierno tendría que mudarme a otro país, como Canadá.
Qué triste.
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