jueves, 16 de junio de 2016

Discriminación por la ropa que usas

Cuando iba a presentar mi examen profesional, mis papás me compraron un traje sastre y zapatos nuevos. Y es que la ocasión lo ameritaba, ya que en aquel entonces los exámenes profesionales implicaban presentar una tesis y someterla ante el dictamen de un jurado conformado por un presidente, un vocal y un sinodal. (Ahora creo que las universidades omitieron este requisito y solo basta con pagar una cuota para obtener el título profesional).

Y sí, resultaba intimidante estar ante Doctores universitarios, defendiendo tu punto de vista y contestando sus preguntas. A los 20 años uno todavía es un pollo rompiendo el cascarón y estás ante los lobos del desierto.

Pero me fue bien, mejor de lo que esperaba. Y aprobé.

Cuando me dijeron el resultado, sentí un alivio enorme. Sin embargo, una compañera desconocida salió con mal semblante, no por el resultado (ella también había aprobado), sino porque uno de los sinodales le hizo un comentario humillante acerca de su vestimenta. La chica no llevaba traje sastre, solamente llevaba una blusa sencilla y un pantalón de vestir, ambas prendas se veían viejitas y desgastadas. No creo que ella lo haya hecho a propósito, pues se veía que su situación económica era muy humilde.

El sinodal en cuestión, le dijo que por qué iba vestida así a una ceremonia que ameritaba traje formal, que no se estaba tomando en serio su carrera.

No sé qué le contestaría la chica, la verdad, yo estaba más ocupada en mí misma y el frenesí de pasar a tomar protesta. Pero no dejo de pensar que el mejor día de su vida (terminar su carrera profesional) quedó empañado por el comentario ofensivo y discriminatorio de ese sinodal.

Hace unos días salió una nota que un graduado de la carrera de Ingeniería de Agronomía de la Universidad Autónoma Agraria Antonio Narro (UAAAN), en Saltillo, Coahuila, llegó a su ceremonia vestido con el traje típico de los huicholes, en lugar del típico traje de saco y corbata.

El joven, de nombre Gerardo González Carrillo, originario de un poblado entre Jalisco y Nayarit,  donde no hay ni carreteras ni energía eléctrica. Llegó a Saltillo con las ganas de superarse y sacar adelante a su familia.

Su decisión de venir vestido así a la graduación, con ese traje típico (al igual que sus padres, quienes venían también vestidos así), levantó diversas reacciones en las redes sociales. La mayoría lo aplaudían y lo felicitaban, por mostrarse orgulloso de sus raíces.

Otros, lamentablemente, reaccionaron con discriminación. Me tocó leer un comentario (con pésima ortografía) donde lo llamaban naco, y que arruinó la foto de generación con su traje de indio.

Ojalá un día la gente aprenda a ver que lo que importa no es la vestimenta, sino el hecho de que a pesar de la pobreza, decides salir adelante y estudiar una carrera. Porque este tipo de personas tienen que sortear más obstáculos que alguien de clase media y alta, para salir adelante. Mientras la mayoría de su gente se queda atrapada en círculos de pobreza y delincuencia, hay unos pocos que deciden salir de ahí para superarse en la vida y ayudar a su gente. Así que no debiéramos burlarnos por la ropa que visten, más bien debiéramos aplaudirles porque a pesar de todo, siguen conectados con sus raíces.


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